Historia #179: Los primeros rayos



Soñé que nos perdíamos en una micro rumbo a una fiesta muy lejos, con todos nuestros amigos sentados en los asientos al lado, aquellos que nos quieren separados y los pocos que nos siguen queriendo juntos. No lo entendí muy bien, pero en determinado momento nos disgustamos y decidí dar un paso al lado y bajarme de la micro en el primer paradero que se nos presentó en el camino; afuera el cielo era de un negro despiadado, como si en realidad fuera sólo vacío y nada más que eso; tampoco se veían más transeúntes ni otros vehículos para volver a casa. Cuando me arrepentí de haberme ido de tu lado, la micro decidió partir dejándome solo, a la deriva. Ahí no tenía nadie con quien hablar ni a nadie a quien pedirle ayuda para volver a casa, donde probablemente me sentiría seguro, más seguro que bajo ese horrible cielo oscuro y sin estrellas. Me senté en un rincón, al borde de las lágrimas, y comencé a escuchar unas voces rasposas que no dejaban de reírse. El viento frío de la noche entró por la ventana y pude volver en sí de nuevo; estaba en tu cuarto, unos tipos tomando vino y cerveza afuera de ésta, en la calle en plena madrugada; y ahí estabas tú, durmiendo y soñando conmigo lejos, apretujada entre mis brazos y mi pecho. Tomé las sábanas y cubrí nuestros cuerpos sudorosos por las imágenes de nuestras pesadillas y te abracé, te abracé lo más fuerte que pude. Aún quedaban un par de horas para que saliera el sol y tuviera que desaparecer como las sombras barridas por sus primeros e implacables rayos.