Siempre que pasaba por
aquella esquina, veía a un joven tomando apuntes en un cuaderno pequeño,
sentado bajo la sombra de una pandereta.
Fue tanta mi asiduidad de verlo, que un día, lleno de
curiosidad como un gato, me acerqué a él y le pregunté:
−Hola; ¿oye, qué hací’ aquí?
−Me pagan por recolectar datos para un estudio.
−¡En serio! ¿Y de qué se trata ese estudio?
−Tomo nota sobre cuántos güeones sapos se me acercan a
preguntar qué mierda hago aquí sentado.
−Oh…