Señor Shao Kahn:
Deseo
comunicarle, mediante la presente, la gran cantidad de accidentados y heridos
de gravedad que han llegado hasta nuestro hospital, el ubicado en la ciudad más
cercana a su guarida; es más, esta situación ha alcanzado, incluso, un punto en
que todos nuestros esfuerzos son ya en vano; y no es una cuestión menor, porque
tanto sus enemigos, como sus secuaces, han llegado no sólo con heridas
profundas provocadas por puñetazos y otros golpes contundentes, sino que hasta
a algunos les faltan sus brazos y/o piernas, o simplemente llegan muertos, con
la cabeza reventada, devorada, o sin sus espinas dorsales.
No quiero hacerle cambiar de parecer: sus prácticas
son sus prácticas y cada uno es capaz de sentir dónde le aprieta el zapato;
pero si pudiera pensar en todo el tedioso trabajo que nos significa la enorme
cantidad de individuos (y criaturas) afectadas por sus excentricidades, se lo
agradeceríamos un montón, en serio.
Quizá no cueste tanto poner señales de advertencia en
los lugares más peligrosos (sobretodo en los calabozos donde deja a sus
mascotas), barandas en los puentes donde suelen pelear sus muchachos, y quizá
llenar de agua los pozos de su guarida en vez de disponer de esas aspas
giratorias de las que mucho se quejan cuando llegan hasta nuestro
establecimiento.
Por favor, piense en ellos y sus familias; piense en
ellos, en nosotros y la excesiva cantidad de trabajo que deja en nuestras manos.
Por favor, busque en el fondo de su frío corazón, y piense en los demás.
Sin otra particular, gracias.
Director del Hospital de
Mundo Exterior