Reflexión #12: De apoyar las cruzadas de otros y otras cosas



Ayer fui a la biblioteca pública de La Serena para ver si habían vuelto del paro y así devolver unos libros que tengo hace semanas en mi poder. Como es obvio, me encontré el recinto cerrado y un papel afuera que decía que por los días 7 y 8 de Noviembre (si mal no recuerdo) las dependencias no funcionarían por este mismo problema; pero me llevó el shanfle al leer abajo de esto un mensaje escrito con lapicera que decía: "¡ya es 14, vuelvan a trabajar, flojos culiaos!"; me dio tanta rabia, que no pude evitar sacar mi propia lapicera y escribir otro mensaje debajo de éste, diciendo: "Apoya la güeá en vez de criticar, agüeonao".
Ahora pienso, ya más tranquilo, recordando esto en casa, que es por lo mismo que jamás logramos nada como pueblo, que por esto mismo seguimos en el hoyo de mierda en el que estamos muriendo lentamente: ¿porque en qué cabeza cabe el no apoyar al otro ciudadano, a tu vecino, en su propia lucha?; ¿acaso no somos todos los machacados y abusados por la injusticia sembrada en este país? No, la gente sólo piensa en ella y para ella; la unión es una mentira, una farsa, y todos unos mentirosos. Porque cuando decimos que somos solidarios, en realidad no lo somos. No mientras no apoyemos a nuestro igual en su propia y más crucial cruzada.

Microcuento #28: Llamada nocturna



−¿Aló, operador?
            −Sí, señor, buenas noches, diga.
            −Necesito llamar urgentemente a mi esposa.
            −¿Qué le ha pasado, señor? ¿Se encuentra bien, está usted en un lugar a salvo?
            −Me he extraviado. No sé dónde estoy. Todo está oscuro y acá no parece haber nadie más que yo y este teléfono público del que llamo.
            −Suena mal… A ver, señor, ¿puede darme su nombre, por favor?
            −Marcelo Araneda Troncoso.
            −¿Marcelo Araneda Troncoso? Pero… ¿no es usted el hombre asesinado que apareció en los titulares hoy día? Aló, señor…, no le escucho bien…
            −Acá está oscuro…, y me siento solo, muy solo… Por favor…, tengo frío… Llame a mi esposa y dígale que…
            −¡¿Aló, aló, señor?!
            −…que en el Infierno todo está oscuro.

Historia #180: Los domingos contigo



Me encantan los domingos contigo: dormir hasta tarde, ocultarnos de los rayos del sol y refugiarnos entre las sábanas, hacer el amor sin horarios ni restricciones, comer todo lo que queramos cuando tenemos hambre y ver películas y series desnudos en el sofá del living, olvidándonos en todo momento de la existencia del resto del maldito mundo.
Me encantan los domingos contigo, porque de otra forma no serían mi día favorito.