Nadie
me había dicho que para entrar a estudiar al prestigioso Colegio debía rendir
primero un riguroso examen psicológico, por lo que me impacienté una enormidad
al tener al frente mío a la psicóloga del establecimiento, con esa sonrisa de
autosuficiencia que tan bien los caracteriza a todos por igual.
La
mujer me enseñó un montón de imágenes negras y de colores como manchas, las
cuales todas me parecieron vaginas y mujeres demostrando su amor entre sí, como
en las películas que solía guardar mi papá debajo de su cama y que tenían
nombres como Penetreitor, Furia Anal y La Habitación de las Humillaciones. Sin embargo, como sabía que
mencionar aquello sería perjudicial para mi admisión en el Colegio, dije que
veía mariposas, insectos y corazones alados.
−¿Y
pudiste entrar a estudiar ahí entonces?
No:
me negaron la entrada por homosexual.