Seleccionado del primer
concurso literario
del café arte La Sala “Historias
de café”.
−Pilar me lo contó todo –dijo Marcia, tomando otro sorbo de
café.
−¿Q-qué
cosa?
−No te
hagas el idiota. Me contó todo; lo de ustedes.
Alberto
pensó en negarlo, pero al ver la mirada de su esposa, supo que no era una
trampa. Marcia hablaba en serio.
−Mira, creo
que podemos arreglar…
−¡No vamos
a arreglar nada! –explotó Marcia de repente, dejando su taza sobre la mesa con
un fuerte golpe; Alberto no pudo evitar dar un fuerte respingo, asustado−. ¡Así
que cuando vuelva a la noche, no quiero nada tuyo aquí, ¿escuchaste?!
−Pero…
−¡Sin peros!
−¡Pero no
tengo dónde ir! –Alberto, con su cara cansada y su terno para ir a trabajar
como todas las mañanas, parecía enormemente avejentado−. ¡Qué voy a hacer!
−No sé,
pero es mejor que te vayas ahora –Marcia lo miró asesinamente−. Hablo en serio.
−Pero
Marcia…
−¡ÁNDATE!
Alberto,
consciente del peligro que corría, tomó su bolso y salió disparado por la puerta,
dejando atrás su desayuno a medias.
Marcia
espero unos segundos para sacar su celular y hacer una llamada.
−¿Aló,
Pilar? Sí; todo bien. Sí, ya se fue. Ya no molestará más –Marcia esbozó una
sensual sonrisa−.Ven, no habrá nadie hasta la noche.
-Linares, Chile-