Poema #29: Oda al Templo del Agua



Quien nos enseñara
de pequeños
la importancia del orden
y la perseverancia
la buena astucia
y la pura pasión
de lograr los objetivos
no importando cuáles sean los costos
las horas perdidas
la grasa acumulada
los mechones de pelos arrancados
sin importar
las calificaciones de mierda
las conversaciones con los padres
a altas horas de la noche
el miedo a las reuniones de apoderados
el terror de no saber nada en la prueba
ni el qué decirle a tus profesores.


No importa
al final queda esto
el haber avanzado
el haber seguido más allá
haber fortalecido los valores y las habilidades
para la vida.
Te debo todo lo que soy
Templo del Agua
Te debo todo lo que soy.

Cuento #75: Profesor, rodeado



En la clase de educación física, está un montón de niños de diez y nueve años jugando a la pelota con el profesor a cargo; como han terminado las evaluaciones de resistencia física antes que termine la hora, éste ha decidido pasar un rato agradable con ellos.
            Sin embargo, por desgracia, el profesor no consigue dominar la fuerza exacta para golpear la pelota y con ello sólo logra derribar a uno de sus alumnos, dándole de lleno en la cabeza.
            El profesor corre desesperado hacia el niño golpeado, esperando que nadie le mirara desde alguna sala o patio cercano en ese preciso momento.
Se ha formado un círculo de niños alrededor del herido y el profesor, y todos se percatan que éste ha perdido la consciencia. El profesor mira a los demás con actitud alterada; entonces los alumnos lo quedan mirando fijo y, blandiendo sus dedos índice, deciden apuntarlo de manera acusadora. Empiezan a cantar:
            −¡Ammm, acusadito! –una y otra vez, todos al mismo tiempo.
            El profesor rumia que no puede ser el peor momento para que sus alumnos decidan fastidiarlo; piensa en llamar a uno de los inspectores que debe andar por ahí, pero sabe que de esa manera tendría que aceptar la culpa de ser el causante de tal embrollo.
            Los alumnos no paran de cantarle la misma frase una y otra vez, ammm, acusadito, hasta que el profesor se percata que los ojos de éstos adquirieren un tono verde, un verde fosforescente, lumínico, iris y blanco del ojo, todo. No, no puede ser, piensa el profesor, pero sabe que es cierto; lo siente en lo profundo de su corazón.
            Los niños, con sus dedos índices, comienzan a golpear el cuerpo del profesor a la altura de sus costillas; al principio es sólo molesto, mas al avanzar los segundos y la cantidad de niños sobre él, un creciente dolor empieza a emerger de su interior.
            El hombre no sabe qué hacer: está rodeado y no quiere dañar a los niños, pero a falta de otra solución, empuja a unos cuantos, lo que hace que éstos aumenten la energía de sus punzadas
            (¡Ammm, acusadito!)
            al igual que la luz verde
            (¡Ammm, acusadito!)
            de sus ojos.
            El canto adquiere más potencia, llena todos los espacios de la cancha multipropósito del colegio, y los niños consiguen derrumbar al profesor, quien gritando e imposibilitado de hacer nada al respecto, sólo se deja llevar por el dolor intenso que lo envuelve hasta que pierde el conocimiento, lo que es una fortuna, porque los niños lo aporrean tanto, que le quiebran las costillas en cosa de minutos, y los finos trozos de éstas lo rompen todo por dentro, produciendo una copiosa hemorragia interna.
            Una vez finalizan, toman a su compañero herido del suelo y lo llevan hasta su sala de clases, donde depositan una mano sobre su cuerpo, sus ojos siempre verdes y relampagueantes, hasta devolverle la consciencia.
            El niño se levanta, un poco mareado, y alza su mano en un extraño gesto que los demás repiten.
            −Por Aknal’har –dice.
            Y todos los demás le imitan.
            −¡Por Aknal’har!
            Luego se desperezan y van a por fregonas y bolsas de basura para limpiar la cancha del colegio, esperando poder terminar mucho antes que comience el recreo.  

Historia #124: Problema de hermanos



Artículo Diario El Pacificador
26 de Enero, 2016



El lunes 25 recién pasado, el joven de iniciales F.A.C.S. fue procesado por homicidio perpetrado contra su hermano mayor, de mismas iniciales, en el Juzgado de Garantía de La Serena. El móvil, según el mismo autor de los hechos, habría sido por motivos sexuales.
            El evento tuvo lugar la noche del sábado 19 de Diciembre en casa de sus padres, luego que el mayor de los hermanos llegara a ésta con una joven que resultó ser una conocida de ambos. Ahí las cosas se pusieron extrañas. “Yo había salido antes con esa mina”, explicó el imputado durante su juicio, antes de detallar que aquél punto en común fue el que los llevó a tener una orgía sexual con ella. “Por eso sabía que era capaz de acceder a esas cosas. Y bueno, al final de cuentas terminamos por hacerlo, como todos ustedes saben”.
            El joven declaró que no fueron los celos los que lo llevaron a efectuar el asesinato, si no el molesto y casual contacto de sus órganos reproductores durante el acto. Fue tan horrible la sensación para F.A.C.S., que no pudo evitar acallar su rabia y terminar matando a su hermano mayor con unas tijeras que descansaban sobre un mueble cercano. Según la testigo, la muerte de la víctima había ocurrido en el acto.
            Los padres del afectado no saben qué pensar al respecto. “Jamás creímos capaz que nuestros hijos se fueran a matar así”, dijo su madre, una vez acabado el juicio. “Cuando eran pequeños, peleaban como lo hacen todos los hermanos en el mundo. Sin embargo, jamás creíamos terminaran matándose así, menos en las circunstancias en que lo hicieron… y en nuestra propia cama matrimonial”.
            La única testigo ha sido absuelta de posibles cargos al aceptar el acusado toda la culpa del caso. No obstante, la madre del imputado y la víctima se refirió a ella de una manera muy distinta: “espero esa niñita sepa bien lo que hizo. Una dama no se mete entre dos hermanos de esa manera…, literalmente”, dijo enfática. Una vez acabado el juicio, F.A.C.S. fue sentenciado a ocho años de cárcel.