Debe saberse, en primer
lugar, que en La Serena solo hay dos cines: uno es el Cinemark, de la
archiconocida cadena de cines, y el Cine Centenario, épico recinto de una sola
sala ubicado al lado de la Plaza de Armas de la ciudad.
Bueno, pues resulta que quería ver con toda mi alma Calle Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane originalmente) en el
cine, darme el lujo de tener que soportar las reacciones de otras tantas
personas con tal de vivir la experiencia entera, tal como si fuera un pack de
pura diversión: escucharla, sentirla, verla y emocionarme; hoy en día los
efectos especiales y de sonido que traen consigo las películas hacen que apenas
caigas en el embrujo de las imágenes frente a tus ojos, toda otra realidad
previa a ellas carezca de total sentido por cuanto permanezcan ahí, en el fondo
del salón oscuro. Sin embargo, luego de darme cuenta que del dinero destinado
para las drogas del mes sobraba un poco y podía permitirme la idea de ir al
cine a ver una película, supe que ésta había sido sacada de la cartelera hacía
unos cuantos días. ¡Y ni siquiera llevaba un mes! ¡Un mes!
Ya,
bien, más calmado, puede ser que la película en sí haya sido mala (aunque según
comentarios cercanos, al parecer, era muy buena) y que por la poca taquilla que
tuvo fue retirada de un momento a otro de la cartelera, ¿pero para ser
reemplazada por dos copias −3D y 2D, y hasta a veces tres copias, considerando
la famosa sala XD que cuesta un ojo de la cara− de la misma película para niños
de turno en un mismo recinto? O sea ya, está bien que la empresa se llene los
bolsillos con dinero así de fácil (porque todos sabemos que el público infantil
es el que más entradas compra), sin embargo pienso hasta dónde puede llegar el
poder del monopolio en una ciudad como ésta con respecto del simple pero a la
vez profundo y hermoso acto de ver una película que te gusta (o crees que te
gustará) de manera cómoda y relajada.
Claro,
ahora podrán decir: “¿pero y el otro cine que mencionaste en el principio,
güeón tonto, pao’ culiao’?”; bueno, el otro cine, a pesar de tener en cartelera
siempre un montón de películas y documentales de realizadores nacionales muy
buenos, las funciones que ofrece son tan escasas como el público que disfruta
de ellas, ya sea por falta de disponibilidad al momento de ser emitidas (la
mayoría no puede permitirse ir al cine en otro momento que no sea por las
noches gracias a sus jornadas de trabajo), o porque no todos gustan de ellas y
se sienten cómodos en un salón antiguo con butacas antiguas con olor a antiguo.
Entonces, cuento corto: ni luces
tampoco de poder ver Calle Cloverfield 10
en el Cine Centenario.
Puede que esté rezongando de
pura rabia como un niño mimado que no tiene lo que quiere, mas ésta no es la
primera vez que me pasa (o le pasa a alguien) algo parecido. No obstante no se
imaginan lo frustrante que es para nosotros que no lleguen todas las películas
que queramos a nuestros cines y que tengamos que perdernos la oportunidad de
verlas en la pantalla grande comiendo palomitas, bebiendo un poco de muerte
negra y helada, como toda persona corriente quiere.
Pero amigos, cosas así, en
provincias, pasan todos los días.