Historia #77: El Internet mató a las estrellas de los videos



Cuando era niño y escuchaba One more time de Daft Punk por la radio o la tele, pensaba con tristeza: “jamás podré escuchar esta canción cada vez que quiera”; y es que en esos tiempos (finales de los noventa, inicio del dos mil) era impensado –al menos para mí– tener acceso a música de una manera tan fácil como lo es ahora. No lo valoramos, no nos damos cuenta, pero tenemos a mano un montón de cosas que antes eran prácticamente impensadas. ¿Quién iba a creer que para saber cómo se llama una canción sólo iba a bastar acercar el celular al parlante por donde se reproduce, o que para escuchar una y otra vez la misma canción sólo iba a hacer falta clickear un simple botón y listo? Nos ahorramos un montón de dinero, tiempo y malos ratos al comprobar que los discos o los cassettes que tanto nos costaron se deterioraron por culpa de su reproducción constante o su transporte de un lugar a otro. Los tiempos modernos nos permiten leer libros en nuestros celulares, escuchar conferencias lejanas en tiempo real, mantener relaciones amorosas a distancia (no muy recomendable, después de todo) y, por sobretodo, escuchar las canciones que tanto nos gustan hasta que nos sangren los ojos o los oídos (una de las dos tiene que ocurrir primero).

            Es por eso, queridos amigos, que les digo: no pierdan su tiempo vagabundeando por Facebook, leyendo estados sin sentido y mal escritos; mejor aprovechen al máximo algo que cuando eran niños fue escaso, inexistente, otro sueño infantil como el Viejo Pascuero, el Conejo de Pascua, o Jaime Guzmán.

            Y bueno, cabe destacar que esto también va dirigido a todos los que dedican su día entero a ver porno hasta perder el conocimiento; chicos, el porno no es para nada bueno: puede que parezca divertido, excitante, alocado, pero sólo terminará por llenarle el computador de virus, borrar archivos importantes de su disco duro y hacer que vean personas desnudas cada vez que cierren sus ojos por la noche…; al menos eso fue lo que me contó un amigo. Un amigo muy cercano…

            (Mirada rápida a ambos lados).