Historia #86: Tutorial básico de Pokémon



Carlos encendió su Nintendo DS y la puso entre el regazo de Sofía y el suyo.
            −¡Qué entretenido –exclamó la última−, nunca antes había jugado una de éstas!
            −No sé qué juego tengo puesto; creo que el Pokémon SoulSilver.
            La pantalla del aparato mostró el título del juego.
            −Sí, es el Pokémon –confirmó el chico.
            −¿Cómo se juega éste?
            −Es fácil –explicó Carlos, sin dejar de apretar el botón A−: tienes que capturar pokémons, entrenarlos, vencer a los líderes de gimnasio y al final tenerlos todos.
            −¿Cómo en la serie? –preguntó Sofía.
            −Algo así.
            Carlos apretó el botón start cuando se lo pidieron y continuó con su partida.
            −¿Qué significa ese puntito rojo brillante?
            −Es la batería; sale rojo y parpadeante porque…
            −…porque se va a apagar, ¿no?
            −Sí; pero no te preocupes: con esto basta para demostrarte cómo se juega.
            El personaje de Carlos apareció en las afueras de un Centro Pokémon; era de día.
            −Mira, con estos de acá te mueves –le señaló Carlos, moviendo a su personaje en círculos−. Ahora vamos a buscar a un Pokémon para que veas cómo son las batallas.
            −¡Ya, ya, quiero ver, quiero ver!
            Carlos llevó su personaje hasta unos arbustos cercanos y se puso a caminar por él de un lado a otro; al cabo de unos segundos, la pantalla fue oscurecida por la secuencia de pelea y la estridente música que le sigue.
            El enemigo era un Weedle.
            −¡Oh, qué bonito el gusanito! –comentó Sofía.
            −Sí; ahora mira cómo lo hago mierda con mi Typhlosion –sonrió Carlos, eligiendo Fire Spin para atacar a su enemigo. Weedle, cómo no, fue reducido a cenizas.
            −¿Lo derrotaste? –preguntó la chica, un poco confundida.
            −Así es.
            −¿Tan rápido?
            −Sí.
            −¿Por qué?
            −Porque mi Pokémon lo superaba en nivel, mis ataques son mucho más poderosos y él tenía debilidad (por ser tipo bicho) al fuego.
            −¿Y tu ataque era fuego, no?
            −Así es –Carlos volvió a hacer que su personaje caminara de izquierda a derecha por los arbustos mientras hablaba con su amiga. Fue en eso que volvió a aparecer otro Pokémon salvaje−. Mira, a ver si con este Pokémon te puedo explicar mejor el… ¡¿QUÉ?!
            Sofía dio un respingo y miró asustada a Carlos.
            −¡¿Qué pasó, qué pasó?!
            −No… no… puede… ser…
            −¡¿Qué no puede ser?! ¡Dime!
            −Mira…, acaba de aparecerme un Kakuna brillante.
            −¿Brillante?
            En la pantalla apareció justamente un Kakuna, pero antes de dar su grito característico, emitió un brillo lleno de estrellas. Su color era verde lima.
            −¿Viste eso? –preguntó Carlos.
            −¿Qué cosa, qué cosa?
            −¡Acaba de brillar!
            −Oh, no lo vi…
            −Ya, no importa, tengo que capturarlo –dijo Carlos, llevando la Nintendo DS hasta su regazo; Sofía, llena de curiosidad, se cernió sobre él para ver mejor lo que sucedía en la pantalla.
            −¿Y cómo los capturas? –preguntó ésta última.
            −Pues con las pokébolas, qué otra cosa voy a… Oh, no…, ¡NO, NOOOO!
            Sofía, viendo cómo se apagaba la consola, supo, aún sin saber casi nada sobre ella, que Carlos estaba cagado. Por eso prefirió no preguntar nada al respecto.
            −¡Noooo, noooo, maldición, noooo! –exclamó Carlos alzando su consola al borde del llanto; Sofía no quiso decirle lo patético que se veía en ese momento−. ¡Perdí un Kakuna brillante, por la mierda!
            −¿Y no va a volver a aparecer?
            −¡Son miles de miles las probabilidades para que vuelva a salir un Pokémon así!
            −Ammmm… Vaya, qué mal.
            −Sí, qué mal… −Carlos se mordió los labios y sorbió sus fosas nasales−. Bueno, mejor vamos a jugar afuera un rato.
            −Ya, está bien –Sofía miró a Carlos y vio cómo éste sonreía no muy convencido−. Ya, Carlos, ¿quieres tomar un helado por ahí?; yo invito.
            −Bueno, ya, está bien –aceptó Carlos antes de guardar la Nintendo DS en su estuche y levantarse del sofá en el que se hallaban−. Vamos.
            −Vamos –le dijo Sofía, sonriéndole con la más encantadora de sus miradas, confiando en que podía cambiar el humor de su amigo en lo que quedaba de día.
            Sin embargo al otro día, luego de saber que Carlos se había suicidado colgándose de una de las vigas de su cobertizo (sin dejar una pista, ninguna nota), supo que sus esfuerzos, por desgracia, no habían dado los resultados que esperaba.