Especial #8: Año Nuevo ("Error de año nuevo" -versión glitch)


Cuando estallaron los fuegos artificiales de año nuevo sobre la playa, ya llevaba en mi haber una caja de latas de cerveza vacía y otra hasta menos de la mitad y sumando; estaba borrachísimo viendo cómo la gente alrededor se daba abrazos, gritaban y celebraban cada uno de los destellos en el cielo, todo lo contrario a mí, que estaba ubicado lejos de mi familia (me cargaba que me molestaran con sus abrazos cuando sólo quería ver los fuegos artificiales), parado solo sobre la arena. “Ahí va otro año de mierda”, pensé sin soltar la lata de mi mano, viendo las figuras que se formaban en la mezcla de las nubes y la pólvora esparcida. Para cuando terminaron los fuegos, sólo me quedaban tres latas de cerveza (contando la que bebía en ese momento), por lo que decidí volver donde mi familia, a unos cuantos metros más allá.
            −¡Feliz año! –me dijo mi mamá apenas me vio, así como mi papá, mis hermanos, mis tíos y mis primos−. ¡Que éste sea muy bueno para ti!
            −Gracias, mamá, para ti igual.
            −¿Estás borracho?
            −Sólo un poco.
            Mi mamá me miró con expresión de reproche.
            −¿Qué van a hacer ahora? –le pregunté; mis otros familiares desarmaban la mesa en la que habían puesto las champañas, las cajas de cerveza, las copas y las cosas para comer durante los fuegos.
            −Ir al departamento; ¿vendrás con nosotros?
            −Tengo que ir donde el Juan más tarde –dije con un modular de mierda−. Pero creo que primero tendré que cagar.
            −¡Ay, Felipe, siempre con tus ordinarieces!
            Vi por el rabillo del ojo que uno de mis primos (mayor que yo) se acercaba para darme el abrazo de año nuevo; se notaba tan borracho como yo.
            −¡Güena, güeón culiao’! –me dijo, chocando sus manos con las mías−. ¡Feliz año, que te vaya la raja en éste!
            −¡Gracias, a ti igual!
            Mi primo me tomó del hombro, miró si mis papás andaban cerca y acercó su rostro al mío; olía como los viejos que solían estar bebiendo el día entero en las cantinas.
            −Oye, ¿te vai’ al tiro?
            −No: voy a al departamento a cagar un poco y a robar unas chelas; ¿tú?
            −No cacho, unos amigos quedaron de llamarme y la güeá –Volvió a mirar a todos lados−. Oye, tengo unos pitos re güenos; ¿apañai’?
            −¡Ya po’!
            −¡Oigan, nos vamos! –gritó mi papá a unos cuantos metros más allá, sosteniendo la mesa plegable−. ¿Van a venir?
            −Sí, allá vamos.
            Mis otros primos se nos unieron y nos fuimos en grupo al departamento que habían arrendado nuestros padres, todos llevando cosas en sus manos. Cuando llegamos a la entrada de estos, el guardia nos saludó como si nos hubiéramos conocido de toda la vida (se notaba algo achispado) y al llegar al ascensor, dejamos que nuestros primos más chicos llevaran todas las cosas hasta nuestros padres.
            −¿Qué van a hacer? –nos preguntó uno de ellos.
            −Invocar a Bob Marley –dijo mi primo más grande, riéndose antes de apretar el botón para enviarlos directo al piso de nuestro departamento−. Ahora sí.
            −¿Dónde fumamos sin que nos pillen? –preguntó otro primo.
            −En la piscina; ahí no hay nadie. Cachen.
            Todos miramos por la puerta de vidrio que daba al patio del edificio y nos dimos cuenta que el sector de la piscina estaba completamente a oscuras.
            −Perfecto.
            Cruzamos el hall y salimos por la puerta indicada; el viento costero traía todo el bullicio de la gente y sus celebraciones. Nos internamos en las sombras del patio y nos sentamos en el borde de la piscina, en círculo.
            −¿Ya, cabros, quién quiere empezar? –dijo mi primo mayor.
            −Yo –dijo el que estaba a la derecha. Lo encendió y tosió de inmediato−. ¡Oh, esta güeá está güenísima! –y lo rotó con el que estaba a su derecha.
            −¡Oh, conchetumare! –el que lo tenía botó el aire sin poder aguantarlo−. ¡Mierda! –y se lo pasó al siguiente, y de ahí al siguiente, y así sucesivamente hasta que ya no fue posible seguir fumándolo sin quemarse la punta de los dedos−. ¿Quién tiene matacolas?   
            −A ver, pásamelo –dijo mi primo mayor, extendiendo su brazo; a lo lejos se seguían escuchando estallidos aislados de petardos y el incesante ruido de las cumbias y el regetón.
            Con lo poco y nada que pude apreciar, mi primo tomó su encendedor y puso el pito en el agujero del gas; después tomó el encendedor de mi otro primo y lo encendió inhalando por el resquicio del nivelador; dio una calada corta pero fuerte; luego se lo extendió a mi primo que había fumado al último, éste le dio una calada y tosió de inmediato; después me lo pasó y prendí otra vez el pito: entonces sentí como si pasaran una tela fría por todo mi cerebro, desde la nuca hasta la frente.
            −¡Conchetumare! –dije sintiendo que todo se iba a la mierda−. ¡Oh, p̷̀a̵͞l̸̡ pi͞cǫ͟!  
            Y͜͞Y ̶̀͘a͠śí̢̨ ̢̡́f͠҉u̡̧e̡ q̧̕uè ̕e̸҉͘m͘p̡͞ȩ̕c̴̕͞é ͠a̧̕͝ ҉v̕e̶r̡̡ t̵̕o͡d̢o͏ ̴́͢b͠ò̷r̛͘r̷̶ó̢͠śo̷͟͞ ͠y̢͡ ̴̨l̴̡͢os ś̨e̡n̛͠͝ti͏d͝ơ̢s͢ s̸̷̛e̶̛͝ ́m̧e͟͜ ̷͜f̡͘͞u̷͘ę͡ro͟n ̀̀a̶̴ l̵͟a m̷̛͠i͏e̢r̢d̷̛à͢͝ ̡̛̛y̶̶ t͏o̧̢̢d̵̛͞o͘ ̡͠c̶͝om̵e͠n͘͝z̶͢͞ó̕ ́͟a̵ ̡͟d̸͡a̧r̸͠ ̧̀̀v̢ue̷̡͜lt͘a̸͢͡s̀;͟͏ ͢͡n̢̢o̢ ̧s̨en̕͟͡t̨̛í҉͡a̸͡ ͟m͟͟i̵̴͟s̡̧ ̶͢͠m̷á̸ń̸̵o̢s҉ ̧͏ǹ͡i̡͠ ͞ḿ̸͜i̴͘ ̷͘c͟a͞b̨̀͟e҉ź͏̷a̵̕;̛́͟ ̕m̡҉i҉s̨ ͡pr͟ì́m̨ǫ̢s̴̷ ̨s̶̨͝e̷ ͏̶n͢o̡t̕͡҉a͘b̡͝a̢͢n͢͜ ͟͟͜i͏͜g̴͞ual̴͟ ̧̧q̵̨úe̢ ͝͏yò̀, ̧t̕a̶l̸̸ ̡̧͠v̨e̕z̸ ͠ḿ͡e͠j͡҉o͟r̛,̛҉ ́̕͝no͜ ̀͘͜s̢̛é̶̀͠;̴ ̶͟a͏͢l͘g̨u̢͡i̧̕e̵n ̴d͞i͞҉̵jo̸̡: ̢“̨es҉̷t͘͜ò͏͜y ҉pa̷l ̧́͘p̷̴̢í͝ço”̸ ̸y̶ ͞a̵̵h͘͠í͜ ͞a̷̡c̨͏͡ab̨͝͏ó ̢͡t̡od͜o̷:̴̴ t҉͡ơ̴d͝o̷ s̷e̸̛͝ ͏̕ḿ̨e̷̷ ̀͟f͘̕ue̶̵ ҉ą͝ ̢͢ǹ͢eg̶͠r̶͟o ̡y̶̢ n҉̢o҉̧́ re̸͢c̶͡uè̵ŗ̶d҉̛o͜͞ ̛n̵͢͠a҉̕d̀͡a̷͝ ͜h͘a̷̢s̴t͘a ͢͞q̧̧͞u͝e͠ ̡d̨͡es̸p̨ert҉̵é̡͏ ̧a̸̸͟l͝ ̡ò͞t͞͏ro̴̡ dí̷͠a ҉̡͡e̕n͜ ̴͟͞m̷̵͘i ̵̴c͞ą͝m̸̶a̷ (͡¡̢͠͡e͞n ̢̛m̴͡i̸̡̛ ̧͠p͝r̵͞o͘͝p̛҉i̶a͏ ̧c͏a̷m͢a̴,̨͏ ̴̢ḱi̡͟l͡ó̕ḿe͏̀t͟͢ro̧͘s̷̢,̛͘ ͜͜ḩ͞ò͢r͠a͡s̀ ͏l̀͟e̷j͢ơ͠s͠!͞͏)́͏ ̨̨̨ve͜s҉t̢͡i̷dơ ̸e̢͢͢n̶͢͞tè̴r̀͡͡o,͠ con l҉҉͟ą̶͡t̴̷͡a̛͟s ̵de ́͞c̛͠e̛r̡̕͡v̡͘͜e̡z̡͢a̸̢͠ ͘a̧b͞ǫ́l͏̷l̕͢͠a̶d̢a̷s ̛e͡n̨͢ ̡ų̀͡ǹ̶͞o ̧͡de ͢ļ́o̶s҉̶ ́b҉o̸͞ĺ̛͠s̸͠҉i͡l̴l̡ơs̕̕͜ ḑe̶ ͢mi̵̸ ͢c͜h̨a͢q̵u͢͠e͘͢͞t̨͢a̴̢ ̸y̡̕ u͝n҉ ̕m͏̀o̷ńt̸̀óņ ̷̀d͏e̵͝ ̀͘͡h͘u̡͠es̷̵o̴̡s͘͞ ͜d̨͝e͝͏ ̧p̴̧͝oĺ̛l͏̨o͏͟s͢͝ cubi̧̧e͝r̸̵̕t́҉͢o͟s ̛̕͘c͢on͢ ̴s̶e̴͟ŕ̸v̕͞i̧͠l̛l̴̡èt͡͡a̶s̴̢͠ ̨h̢͢or̛͜ri̷b̵͞͏l̴͝e͟m҉̡͞è̴n̴̶͝ţ͠e ̴͘àc͢͠e͟i͏̵t̢́͞o͡s̴a̵̴͠s̸ ͡ȩn èl ͏̛o̧t͠r̴̛o; ̶́mi̛e̵r̀d̢̢́a͞,̶̸̢ ̶l̢̀͞a̕ res̸̷a̴̷ç͡a҉̸̧ ̡ér̶͝a̕ ̀h̵̢or̛͏r̴i̶b̕l͜͝e̡̛;̷͘ ̧͘a͜҉u̷̡͡nq͢͡ú͠e͢ ͘p͜͟r̴̶͝o͠b͏̢á͝b҉l̀e̕̕m̧̛̕e̶̛ǹ̷t̶̸e͘҉̛ ̢̢͟B͜͡o̕b̀͜ M̕a̡͠ŕ̨l̴e̶̛͞ý̡̕ ̵̨̛h͝͡u̧bie̷̢rá̴́ ̛e͞s̷̀͞ta̛͏d͘͏o͢͏͜ ̷o͡rg̸̶̡ų͜l͠lo̸s̴̨͟o̷̧ ͟d͘͢e̡l͜ ̢p̕͜ód͏̛͝er̶̡ǫ́s̢o͞ ̡̛e̛f̡e҉c̵to ͜d̴̀e̸͠l͠ pi̡͝t҉o҉̧ ̢͟ȩn̸ ĺ̢a̷͢ ̸b͝o̴̸c͡҉a͝ ̶͏͠d͜é͢l̴͡ ́e̛͜n̨͡c͏͜én̢҉̷d́͝͝e̴d̕ó̵̀r̛͡
                Nu͡n҉̴̵c̵a͜͞ ̛͞҉m͞á̶́s̢͜,̨́͘ ͠҉n̵̢u̧n̛̛c̴̡͘a ̧m̶̴á̧s͝.