Historia #131: Adam Levine



Valentina tomó su taza de café, sopló la superficie con cuidado y bebió un pequeño sorbo con la punta de sus labios. Tragó con cuidado y miró a su interlocutora con expresión divertida.
            −Oye, Feña –le dijo sin soltar su taza.
            −¿Qué pasa? –Su amiga levantó la cabeza de su banana split para mirarla a los ojos.
            −Si puedierai’ tener al mino que quisierai’ por una noche, ¿cuál sería?
            Su amiga dejó su banana split de lado y comenzó a pensar, mirando al techo como una posesa, con una sonrisa clavada en su rostro.
            −Es difícil decidirlo –dijo pasados unos segundos, con la mirada aún en el techo−. Podría ser Orlando Bloom, Johnny Depp, Robert Pattinson… pero creo que me quedaría con Adam Levine.
            −¿Pero creis tú que con una noche bastará para hacer de todo con Adam Levine?
            −Sí po’, obvio; de hecho, con un par de horas es suficiente.
            −¿Y no aprovecharíai’ la noche entera con él? –Valentina concentraba ahora toda su atención en su interlocutora.
            −¡Por supuesto! –dijo Fernanda−. Pero con un par de horas es suficiente para darle con un palo en la nuca, amarrarlo a la cama y no soltarlo más. El resto será la noche, el día siguiente, la semana, el mes, el año, el matrimonio y los hijos, los nietos, y…