Sé que está mal hablar de
los muertitos y todo eso, pero ésta me la contó una tía: resulta que por los
ochenta fue a un concierto de Peter Rock, en esos tiempos en que la seguía llevando
pero no tanto, como el Douglas de nuestra generación, y no sé cómo lo hizo,
pero le dieron la mano pa’ pasar a la carpa donde el Peter se cambiaba de ropa
después del show. El fallecido (Q.E.P.D.) la saludó buena onda, la invitó a un
copete y, entre vaso y vaso de whiskey caro, se la llevó al baño y empezó a
comérsela, corriéndole mano y güeá; y como cachó que no se le paraba porque
estaba muy curao’, se puso a cantar canciones de Elvis y los Rolling Stones, güeá
que le funcionó al tiro, porque la corneta se le paró como si se hubiese echao’
un Viagra encima. El asunto es que cuando comenzó la penetración, mi tía quedó
media loca cuando el Peter empezó a hacer las mismas muecas como cuando
cantaba, cerrando un ojo, apretando la garganta, saltando con espasmos; cuando
mi tía me contó todo esto, estaba tan curá’, que me dijo: “esa güeá me cerró el
choro al tiro”, quedando el pene de éste estancado dentro su vagina. Pa’ que
cachen la volá: Peter Rock culiándose a una fanática en el baño químico de una
carpa en un festival municipal de una ciudad del norte, pegados como perros sin
poder separarse. Al principio no sabían qué hacer y estuvieron a punto de
caerse encima de toda la mierda acumulada; hasta que escucharon que alguien
llamaba al Peter, buscándolo por todos lados. “¡Estoy aquí, güeón, ayúdame!”,
le dijo el Peter desde el interior del baño. “¿Dónde estai’, Peter?”,
preguntaron del otro lado. “¡Acá, güeón, en el baño, ayúdame!”. El tipo del
otro lado se demoró en cachar que el Peter estaba adentro del baño químico; el
Peter le abrió la puerta con cuidado y dejó que el hombre (su manager)
contemplara la escena con cara de horror. “Otra vez, Peter, culiándote a tus
fanáticas”, le dijo, como si retara a un niño. La güeá es que tuvieron que
llevarlos con cuidado sin que nadie los viera, escondiéndolos en una caja de
estas donde los tramoyas llevan cables y demás cosas a los conciertos
(acuérdense que los güeones quedaron pegados), de emergencia a una clínica para
separarlos. Mi tía dice que nunca más se metió en la carpa de otro artista de
su época para tener su autógrafo. Me dijo que nunca volvió a ser la misma desde
ese entonces; ahora siente que cojea siempre de su lado derecho.