Cuento #26: Regresión



La chica corre y atraviesa la reja, contenta de llegar a casa de nuevo; tiene cuatro años, el pelo ondulado y rubio, y los ojos claros, grandes y brillantes, como dos verdaderas canicas. Con su mano derecha sostiene un papel doblado en cuatro partes, con una hermosa mariposa de color azul dibujada en él.
            La chica espera a que Doña Huberlinda le abra la puerta y así pueda entrar por ella; se muere por mostrarle el dibujo a su madre, para que la felicite y le diga lo maravilloso que es, tal y como lo hicieron sus tías del jardín. Sonríe, mueve sus piernas casi con frenetismo e ingresa al vestíbulo de su hogar, atropellando ligeramente a Doña Huberlinda.
            Grita llamando a su madre mientras corre hasta su cuarto, al subir las escaleras, al atravesar el pasillo del segundo piso; pero se detiene bruscamente frente a la habitación de ésta. Se da cuenta que la puerta no está como siempre; alguien la ha golpeado hasta arruinarla. Pregunta por su madre, con suavidad, algo confundida.
            Doña Huberlinda llama su nombre desde la cocina, mas la pequeña no le contesta; en vez de eso, decide tomar la manilla de la puerta y abrirla, encontrándose con un cuarto oscuro, sucio y, al parecer, vacío. Las cortinas están cerradas, las paredes manchadas, las cosas revueltas. ¿Mamá?, pregunta. Nadie responde. La chica camina un poco, rodea la cama ubicada en un rincón de la casa y la ve arrojada como un muñeco, como si hubieran hecho un juguete con ella. ¿Mamá?, le vuelve a preguntar, y la mujer no le contesta.
            Se escuchan pasos subiendo las escaleras.
            Doña Huberlinda chilla horrorizada al ver dentro del cuarto; se tapa la boca, hace arcadas, y termina por vomitarlo todo. La escena le parece espantosa, grotesca, y no puede creer que la niña no se haya dado cuenta. ¡Dios Santo, si ni siquiera ha soltado su dibujo de la hermosa mariposa de color azul! ¡Qué horror! La pequeña ni siquiera se da cuenta…
            Ni siquiera se da cuenta que su madre…
            …mi madre…
            …estaba sin cabeza.