Historia #182: Las historias de terror me están haciendo un poco mal



Acabo de despertar de un sueño en que Emma Watson era mi novia, me trataba la raja −mejor que nadie−, podía tocar su piel sintiendo una especie de leves descargas eléctricas en mis dedos y (por qué no decirlo también) me hizo el amor en un par de ocasiones sin dejar de sonreírme de una forma que hizo que mi pene se erectara incluso en la vida real, fuera del sueño. Esta güeá es en serio, fue el medio momento.  
Pero como no todas las cosas pueden ser buenas, estábamos en la plena cuando sucedió un fuerte temblor, fuerte fuerte; nos levantamos y miramos por la ventana de nuestra mansión al borde de un acantilado hacia el mar, donde comenzaba a formarse un torbellino en el agua; tenía unas dimensiones gigantescas, y Emma se arrimó a mí muerta de miedo. Me dijo algo como "what da fuck" y yo la apreté, aprovechando de tocar su cintura desnuda y tibia.
En eso vuelve a temblar y empieza a salir un bicharraco enorme del torbellino, chillando a un volumen ensordecedor. Me di cuenta que más allá se formaba otro torbellino, y mucho más allá otro, y otro.
Pensé: pico, a la chucha, y empecé a besar a Emma como tanto he querido hacerlo durante toda mi vida.
Hice mi máximo esfuerzo para no despertar y seguir ahí por el mayor tiempo posible. Pero cuando los monstruos se acercaron lo suficiente como para verle hasta los detalles, un auto fuera de mi casa pasó ruidosamente y me despertó sin que lo deseara.
Pensé que en el sueño de todas maneras iba a morir, pero quedé con la mala pasada que podría haber seguido ahí, con Emma viendo el final de nuestros días desde nuestra apacible morada, sin importar nada. Fue una verdadera lástima.
Ahora en todo caso, ya más calmado, pienso que debería dejar de leer tantas historias de terror: creo que, después de todo, me están haciendo un poco mal.