Estaba echándome agua
hervida en la taza de oferta que había comprado en la tienda de los chinos
cuando esta comenzó a quebrajarse filtrando toda el agua, salpicando muy cerca
de mis pies envueltos en mis calcetines de rayas. Malditos niños chinos,
maldije, ya ni siquiera hacen las cosas como antes. Cada vez me queda más claro
que las nuevas generaciones son una mierda.