¿Qué hacer en caso de...? #2: Instrucciones para derramar casualmente un vaso de cerveza



Derramar un vaso de cerveza puede llegar a iniciar una larga y dura pelea entre pares. Sin embargo, las culpas pueden difuminarse al hacer de esto un acto completamente casual. ¿Cómo? ¡Pues fácil!
            Para eso, es necesario comenzar entablando una conversación relajada, donde los interlocutores sean capaz de mostrarse alegres por encontrarse e intercambiar palabras una vez más en la vida; luego, siguiendo con el plan, se necesita de una férrea fuerza de voluntad para resistir los embates del alcohol en la sangre a medida que la tertulia se vaya desarrollando: el estar borracho puede dificultar enormemente el actuar durante el siguiente paso, donde el control mental es un elemento fundamental. Así que mucho cuidado.
            Porque llega el momento en que el vaso debe caer y derramar toda la cerveza, y eso debe verse, para las demás personas al menos, como un acto completamente casual. Es por lo mismo que es necesaria una capacidad de concentración de energía para provocar el desastre sin ir más allá, develando los verdaderos motivos de nuestra vil misión. Primero, piensa en algo que te dé rabia, sobre todo si aquello está estrictamente relacionado con el afectado en cuestión; el motivante puede ser una deuda, una vieja pelea de años atrás o una traición amorosa, etcétera, siempre y cuando esté dosificado y permita que la acción se ejecute con una pasividad propia de un azar. Segundo (y quizá para esto se necesite de un poco de práctica), prepara tu mejor cara de estúpido para fingir que en realidad nunca quisiste hacer nada de eso.
Entonces, con la rabia acumulada y la conversación andando en su mejor momento, realizas cualquier movimiento que desestabilice el vaso del futuro afectado, procurando que caiga lo más cerca de sus pantalones, y luego de ver cómo todo su contenido se desparrama por sobre su ropa, fingir una verdadera cara de “yo no fui”, exclamando inmediatamente un “¡perdón, perdón!”, o el clásico “¡lo siento, no fue mi intención!”; podrás ver su cara desfigurarse, pensando en romperte la cara de un puñetazo ahí mismo, pero si todo ha seguido el orden estipulado, es probable que se calme y diga: “ya, está bien”, resignándose a llegar a casa hediondo, sin su dosis justa de alcohol.
Debe saberse que la probabilidad de fallar los primeros intentos es alta, pero una vez realizados los pasos a la perfección, el resultado te dejará riéndote (en secreto) por mucho, mucho tiempo.