Historia #57: Gracias, papá



Un día mi celular se estropeó de la nada y no tuve cómo llamar a la chica con la que iba salir para avisarle que llegaría a su casa una hora más tarde de lo estipulado. Como nuestro teléfono de red fija estaba malo, tuve que ir hasta el cuarto de papá y pedirle prestado el suyo; como siempre, me lo pasó sin siquiera quitar la vista de su televisor. Apenas me hube encerrado otra vez en mi pieza, sin embargo, creí que estaba alucinando cuando vi que al ingresar los primeros dígitos de su número, la memoria del aparato lo arrojaba entero y de manera inmediata sobre la pantalla bajo el nombre de “tatiana sex”. Borré los números, los volví a ingresar y volvió a ocurrir lo mismo: aparecía otra vez el mismo nombre bajo el mismo número de la chica con la que iba a salir, sólo que ella no se llamaba Tatiana ni se apellidaba Sex: en realidad se llamaba Pamela. Así que antes de hacer cualquier otra cosa, decidí buscar la foto de perfil que aparecía en la casilla del contacto y comprobé que sí, efectivamente las dos eran la misma persona.
Cuando le devolví el celular a papá, no pude evitar decirle con orgullo:
−Gracias, campeón –pensando que había tenido sexo con una chica cincuenta años menor que él.