Historia #44: 30 minutos



Luego de haber contado rápidamente sus monedas y haber cerrado su sesión en la caja registradora donde estaba, toma sus cosas y se dirige al baño antes que cualquier otra cosa; después de estar cuatro horas seguidas trabajando, no quiere hacer otra cosa más que beber algo de agua y orinar para aliviar un poco el dolor en los costados de su espalda. Se lava las manos, se moja la cara y sale del fétido baño para llegar al casino, donde están almorzando algunas de sus colegas y un par de cocineros de mala cara que no dejan de mirar a las más jóvenes con una avidez digna de animales carroñeros; le sirven la comida en un blanco plato de loza sobre una gastada bandeja de plástico naranja: hoy toca un desabrido y mal cocido arroz acompañado de cinco trozos de vienesa, los que en realidad son una sola, pero cortada en cinco partes, además de un pequeño vaso plástico lleno con agua. Se sienta con sus amigas, comenta un poco la jornada mientras se echa unos cuantos granos de arroz con vienesa a la boca, y verifica, hablando con la educadora a cargo por Whatsapp, cómo está su hijo en el jardín donde pasa la jornada. Descansa un tanto luego de haber almorzado, esperando que la comida comience a digerirse en su estómago antes de volver al mismo fétido baño para lavarse tranquilamente los dientes, tomar su medicamento prescrito para el estrés y aprovechar así de arreglarse un poco el cabello y su apretado uniforme de trabajo; una vez lista, vuelve a tomar sus pertenencias y se sienta otra vez en la caja registradora asignada donde seguirá con su labor hasta eso de las diez de la noche (si es que tiene algo de suerte) con la misma energía de siempre.
¿Y ustedes creen ahora que esa pobre persona puede hacer todo esto en menos de media hora?