Desperté y no encontré mi celular al palpar el velador a mi lado; me
di la paja de abrir bien los ojos y buscarlo con más detención, pero ahí no
estaba; ni tampoco en el suelo; ni en los bolsillos de mis pantalones ni en mi
chaqueta (me había vuelto a quedar dormido con ropa). Pensé: "en volá' lo
perdí ayer, curao'", recordando que estábamos en la playa, tomando cerveza
hasta que algo hizo click en mi cabeza y todo se oscureció de repente. No
recordaba otra cosa además de eso.
Así fue que pensé (también) en que el celular en realidad me daba lo
mismo: además de dar la hora, las llamadas que recibía sólo me causaban
malestar y fastidio, lo que me tenía podrido desde hacía tiempo. Pero recordé
(como un chispazo) que ahí se iba el número de mi ex (el que nunca memoricé
para evitar llamarla curao' en la madrugada después de haber terminado) junto
con sus fotos en pelota que me mandaba cuando no podíamos dormir juntos y los
videos que grabábamos cuando estábamos en buena, culiando a todo ritmo.
Pensé: "¡mierda!", sintiendo un miedo punzante en el
estómago, antes de dejar que el sueño volviera a hacer lo suyo, tumbándome con
la ropa puesta sobre esas sábanas pasadas a cerveza.
Ya tendría tiempo para solucionar esos problemas.