Historia #193: Conversación sobre las nuevas generaciones



Álvaro: −¡Güeón!, ¿cachaste esa pendeja?

Daniel: −Sí, ¿qué pasa con ella?

Álvaro: −¡Güeón, qué chucha: tiene como diez años y ya anda con un tatuaje en la cadera y tiene un aro en el ombligo!

Daniel: −Oh, no me di cuenta. Pero demás que es uno de esos tatuajes falsos de las ferias de verano y güeá.
           
Álvaro: −Ya, puede que sea falso, pero qué onda sus papás, cómo chucha la dejan hacer eso, si es apenas una niña.
           
Daniel: −Así son las juventudes de hoy, pos. Qué se le va a hacer.

Álvaro: −Ya, está bien que así sean las juventudes de hoy y la güeá; incluso nosotros fuimos unos borrachos de mierda que nos gastábamos hasta el último peso en copete. Pero esto, esto, es increíble, espantoso.
           
Daniel: −¿Por qué usai’ esos adjetivos?
           
Álvaro: −Porque es así: increíble y espantoso. No puede ser que niñitas de diez años quieran imitar, a toda costa, a jóvenes mucho más grandes con un pensamiento totalmente diferente. O sea, está bien, es un mundo libre y todo lo demás, la gente puede hacer lo que quiera realmente, pero creo que existen ciertos niveles, parámetros, en que uno llega a un límite y dice: “oye, espera, son niños, los niños deberían estar haciendo cosas de niños, no preocuparse de cosas de grandes”; ¿me entiendes?

Daniel: −Claro que te entiendo. ¡Pero a la mierda! La gente es feliz así.

Álvaro: −¿Pero qué tenemos a cambio? ¿Niños que se creen y actúan como adultos? ¿Niños que se preocupan por cosas de grandes? Es cosa de fijarse en que ahora hay niñitas de doce años embarazadas, mamás de quince, niños que a los diez años ya pololean y dejaron de ser vírgenes. O sea, ¡de qué mierda estamos hablando!

Daniel: −Creo que le estás dando mucha importancia al asunto. Las generaciones cambian: antes nos gustaban los monos animados, a los jóvenes de ahora le gustan los reality shows del MTV. ¿No te parece justo?

Álvaro: −No. Totalmente no.

Daniel: −Yo creo que deberías dejar de mirar a las niñitas que pasan cerca de ti y no fijarte más en sus detalles. Cualquier persona podría pensar que eres un puto pervertido.

Álvaro: −Se me olvidaba que hoy en día tampoco se puede decir nada…

Daniel: −Bienvenido a los tiempos modernos, querido.

Álvaro: −Amén.