Historia #141: Le comieron la lengua los ratones



El joven empaque echó las bolsas del cliente en su carro con cuidado, quien esperó unos segundos a que la cajera le pasara su boleta y el vuelto para irse sin despedirse ni darle las gracias a ninguno de los dos.
            El empaque sonrió con ironía y le dijo a la cajera, aprovechando que no había ningún cliente cerca:
            −Parece que le comieron la lengua los ratones –y los dos rieron al respecto.
            −Quizá no sabía hablar nuestro idioma –siguió la cajera, sin dejar de reír.
            −O sus papás no le enseñaron buenos modales –continuó el empaque.
            −¡O tal vez ni siquiera tuvo padres!
            −Puede que haya estudiado en un colegio para sordo-mudos.
            −O puede que trabaje en un edificio de telépatas –dijo la cajera, llevándose las mano al estómago.
            −O puede que lo hayan violado brutalmente por la boca cuando chico y por eso no puede hablar ni decir las gracias. Ya sabe: fantasmas del pasado y esas cosas.
            La cajera lo quedó mirando, calmándose de a poco. Su semblante demoró unos cinco segundos en volver a su faceta seria.
            −¡Ay, Daniel, siempre tú con tus comentarios tan raritos!