Reflexión #9: Como dinamita



Tuve la suerte de poder asistir a un evento gratuito donde el acto de cierre era el show de los Dinamita Show (valga la redundancia), que por cierto disfruté mucho y me hizo volver a pensar sobre muchas ideas que comentaré a continuación: resulta que como no era un show televisado, dijo el Indio a modo de introducción, iban a hablar sobre cosas que los canales les prohibían con ímpetu, como por ejemplo los temas que respectaban a políticos y política, abusos de menores por parte de la Iglesia y, cómo no, decirlo todo como suele decirlo la gente chilena de verdad: con muchos garabatos. La gente prendió sus ánimos con esto y comenzaron a aplaudir como si estuvieran a punto de otorgarles algo que habían esperado por mucho tiempo.
            El show comenzó con la clásica presentación de ambos (Flaco, Indio), los chistes aludiendo a sus respectivas familias y otras peripecias de su vida diaria; todo seguía como de costumbre hasta que se pusieron a hablar de política, sacando risas a partir de diferenciaciones entre la vida presente de los jóvenes y la de los que vivieron en la Dictadura, hablando sobre Pinochet y sus misteriosas maneras de hacer desaparecer gente como por arte de magia, criticando el actuar de los gobiernos de la Democracia (incluido, obviamente, el actual y su presidenta) sin importar partido político ni nada, todos parte de un mismo saco. Y eso fue lo que me llamó la atención: humoristas de gran trayectoria, con oyentes acostumbrados a temas tan banales como la procedencia de los zapatos de uno de ellos, dando a entender que la situación de verdad es mala, que estamos en tiempos oscuros donde nadie puede (o quiere) ver cómo en realidad funcionan y son las cosas; porque la cosas están mal, hay que decirlo: nos roban a destajo, los ricos pueden hacer lo que quieren mientras nosotros, los clase media baja, los pobres sin muchas esperanzas, los que trabajan a pulso incluso más horas de las que deberían, nos quedamos sin nada, tratando de sobrevivir en un mar de futuro incierto. La gente aplaudía, reía y chiflaba (cuando algo le parecía mal) sintiéndose enormemente identificada con cada chiste de la rutina, quizá haciendo alguna relación entre lo que escuchaban y veían a diario.
            Entonces pensé en el hipotético caso que la gente de verdad saliera de su letargo y por fin decidiera hacer algo productivo para cambiar la realidad en la que viven: me imaginé levantamientos contra las municipalidades, contra la Moneda, contra el Congreso, todo el país paralizado y reunido para atacar al verdadero enemigo; pero para que eso suceda, de veras falta mucho: basta con ver cómo la gente común se mata una con otra por tonterías evitando pensar que la verdadera razón por la que hacen todo mal es por culpa de los pesos que los que se aprovechan de ellos (nosotros) ponen sobre sus espaldas adoloridas, no de ellos mismos −gracioso pensarlo así, ¿no?−. Sin embargo, actos como los de los Dinamita Show (que también he visto en otras presentaciones humorísticas como las de Pedro Ruminot y Palta Meléndez) me hacen soñar con que ese momento llegará pronto, más luego de lo que creemos y deseamos. Y es que nos están planteando cómo es nuestra situación real como personas, como gente, como pueblo de Chile, abusado desde hace más de cien años; quieren echarle pólvora a una bomba de tiempo que les estallará a los que mandan en la cara cuando alguien encienda la llama, o cuando las cosas ya no den más, o cuando la gente por fin decida hacer algo al respecto. Así que a todos ellos gracias: las ideas son como semillas, y las semillas, si son bien regadas y cuidadas, dan buenos y fuertes árboles y ricos frutos.