Historia #98: En todo el ir y venir de la noche



En todo el ir y venir de la noche, no me di cuenta que me faltaba la plata para el pasaje de vuelta a casa hasta que todos mis amigos se habían ido y no quedaban nada más que flaites y curaos en el área; miré mi celular: eran las 5:39 de la madrugada. Conchetumare, dije pensando en todo lo que demoraría para estar en casa si me iba caminando hasta ella; me sentía como la callampa y no quería más guerra por el día…, pero luego de revisar todos los escondrijos de mi billetera, me di cuenta que en realidad no había otra salida al problema que esa. Así que respiré hondo, me pegué un par de cachetadas para despabilar y empecé a caminar cuesta arriba hacia donde vivía. Al principio todo bien, caminaba con mucha energía, dando grandes zancadas y respirando de manera muy precisa, pero al cabo de un buen rato (unos cinco, seis minutos después), mi corazón empezó a palpitar descontrolado mientras que mis ojos comenzaban a cerrarse solos, dejándome a oscuras por lapsos cada vez más largos; sentía que no daba más, que en cualquier momento me iba a ir a la mierda y no iba a saber más de mí. Así que frente a ese presagio, decidí parar en la primera plaza que encontré para descansar un rato, sólo un rato; me arrellané en un rincón oscuro, pasado a meado, y dije: ya, sólo un ratito, sólo un ratito, sólo un… Hasta que algo hizo que volviera a abrir los ojos, asustado: la noche había dado paso al día y frente a mí tenía al caballero que regaba el pasto pinchándome cuidadosamente con un palo; di un respingo, tratando de levantarme infructuosamente, y le pedí perdón por estar ahí como un animal. No se preocupe, ‘mijo, me dijo, y me ayudó a levantarme extendiéndome su mano nudosa. Le di las gracias, recobré un poco el sentido de la orientación, y seguí mi camino a casa bajo los primeros rayos de sol del día. Al cabo de muchos minutos llegué a mi casa, recibido por mi mamá y el desayuno recién preparado. ¿Por qué venís llegando a esta hora?, me preguntó, mirándome enojada. Larga historia, mamá, le dije mientras me preparaba un crujiente pan tostado con huevo revuelto, larga historia.