Tratan de ocultar tus arrugas y cicatrices
bajo las espesas capas de maquillaje que arrojan sobre ti los chulos que te
venden como la puta más barata. Has sido pisoteada, eyaculada en la cara, en las
tetas y el culo, y nadie tiene el valor suficiente como para protegerte de los
demás que no dejan de denigrarte. Se llenan la boca hablando de lo hermosa que
eras cuando joven, de lo bien que bailabas el vals con los caballeros de
antaño, pero te regalan en las orgías más indescriptibles aun estando vieja y ajada;
porque te han desgastado, te han hecho trizas, te corrompieron con sus sueños
de grandeza, de vestirte de plata y lentejuelas, cuando empezaron a cambiar tu
austeridad por un pensamiento digno de tu hermana mayor, la ahora sepultada
bajo concreto, sueños muertos y un montón de desperdicios. Es por eso que espero
tu muerte pronta, sin más sufrimientos. Porque no eres la única, la mujer
diosa, sino la puta, la anciana, sin los vestigios de las almas de quienes
dieron la vida por ti, los que murieron olvidados por algo que ahora todos
sueñan añorar. Lo lamento, en serio. Pero así es la vida: ya ha pasado tu
momento. Tu gloria se fue lejos.
De
la joven y serena, ya no queda nada.