Historia #32: El lector

  


No podía parar de leer libros: si terminaba uno, debía empezar de inmediato con otro; era por eso que siempre andaba con más de uno en la mochila, temiendo entrar en pánico, perder los estribos y permitir que las palabras escaparan de su cabeza, junto con el aire lleno de monóxido de carbono que exhalaba mecánicamente a cada segundo que transcurría de su lenta vida. De vez en cuando piensa en cómo podría alguien plasmar sus ideas sin ellas; y cuando el tiempo se lo permite, también piensa en cómo podría alguien vivir tranquilo en un mundo tan pragmático, derruido y enfermo, como el que pisaban sus pies llenos de carne y tejidos. No lo sabía, por supuesto, porque siempre tuvo conciencia que en las páginas que manoseaba estaba el escape, la ilógica sensación de libertad que llenaba de aire puro sus neuronas, la fantástica bondad de atiborrar su estómago de irreales banquetes y la maravillosa capacidad de poder vivir sin tener que escuchar las oraciones mal formuladas de las demás personas. A veces piensa, cuando refresca su cara con el agua clorada del lavamanos, en cómo podría alguien aguantar viviendo día a día lo mismo, sin cambios, sin sorpresas; y cuando respira profundamente, oxidando sus células y su cuerpo, pudriéndose sigilosamente por dentro, también se pregunta cómo alguien podría no engullir de vez en cuando una idea bien formulada, un viaje exótico bien guiado, o un entramado clásico dispuesto a dejarte calado hasta los huesos… A la gente no le gusta el asombro, lo sabe con la exactitud propia de quien ha devorado miles de libros por año…, pero a él le encanta. Por eso no puede dejar de leer libros: teme quedarse vacío, sin nada en su interior, sin pájaros ni árboles, sin mesetas ni lagos; siente que moriría inmediatamente si algún día no existiera un libro nuevo que leer, ni nuevas ideas que degustar. Es por eso que no necesita de las cosas mundanas de la vida; porque ¿quién puede necesitar comida, agua, aire y muestras de afecto, cuando todo estaba ahí, plasmado en los libros, los mismos que no podía parar de leer en ningún momento?