Historia #233: Colegiales

Un cura entra a un café a eso de las seis de la tarde, saludando al dueño ubicado tras su caja registradora con un amplio ademán de la mano. Una de las meseras desocupadas se le acerca y le muestra la carta para que haga su pedido.
El cura lee la carta de manera escueta y termina optando por lo que él denomina “lo de siempre”. La mesera, conocedora de la referencia del hombre, anota el pedido en su libreta y se aleja, diciendo que vendrá en seguida.
            El cura espera por dos minutos mientras mira a los demás comensales hablar y engullir sus pasteles, sándwiches y rosquillas. Al cabo de un rato, vuelve a presentarse la mesera, esta vez con un niño de unos cuatro años al lado, uniformado y bien presentado.
−Aquí está su colegial –dice la mesera, instando a que el niño dé un paso hacia el cura.
El cura le mece los cabellos y acerca su cara de piel grasosa hasta la suya. Acto seguido, le da un beso en la comisura de los labios con total ternura, echándole su aliento a tabaco encima, y saca el dinero necesario para pagar por su pedido de su billetera.

La vida, a veces, es mucho más fácil de lo que aparenta.