Luego que todos rieran por el
chiste sentados alrededor de la mesa llena de vasos y latas vacías, Alonso se
incorporó un poco, lo suficiente como para demostrar que quería ser él quien
contara el próximo.
−¿Se han preguntao’ por qué el
Esteban se pesca puras chanchas care’ chancho?
Todos volvieron a reír a
mandíbula batiente, todos excepto Esteban.
−¿Y vo’ hai’ pensao, güatón
culiao, en que la’ amiga’ de tu polola piensan la misma güeá’ de ella?
En la sala se hizo un silencio
sepulcral, como si alguien hubiera arrojado un hechizo silenciador en todo el
metro cuadrado.
−Soy pesao’, Esteban, oh…