No es necesario hacer una detallada
encuesta o una rápida intervención virtual para saber que la mayoría de las
personas que lean esto han sido interceptadas, tanto en la calle como fuera de
sus casas, por larguiruchos jóvenes de claro origen extranjero en más de una
ocasión; por supuesto no estoy hablando de la gente proveniente de Colombia,
que tan bien se ha acomodado en nuestras tierras durante este último tiempo,
sino de los mormones: tipos ataviados con una
simple camisa blanca de mangas cortas (no importa si hace frío o no) y un
pantalón de tela normalmente de color negro. Todos sabemos que los mormones son
gente pesada que no para de llamar a las puertas en busca de nuevos y/o buenos
escuchas y adeptos, que tienen un gran gusto por conversar sobre cualquier cosa, como
si quisieran aprender a hablar un fluido español practicando contigo, que
tienen la extraña habilidad de aparecer inesperadamente cuando vas entrando o
saliendo de tu casa algo atrasado, que caminan en pareja distancias tan
abismantes como las de Frodo y Sam en El Señor de los Anillos, y que, en la
medida de lo posible, si es que llegan a traspasar el umbral de tu hogar bajo
tu aceptación, jamás se van a negar a la comida que les ofrezcas (aunque si
alguna de ellas atenta contra su religión, te lo harán saber de inmediato,
apuntando a que estás haciendo las cosas de una manera equivocada y ofensiva
respecto de sus creencias).
Bueno,
por supuesto que mi interés no se concentra en hablar mal de ellos ni de su
religión en sí. Sin embargo, creo que es justo y necesario hacer hincapié en
tres técnicas de despiste que he aprendido durante mis miserables veinticuatro
inviernos de vida y que son sumamente útiles a la hora de enfrentarse a una pareja
de mormones acechando tu casa. He aquí algunos de ellos bastantes útiles:
1) Creerse Michael Jackson o Freddy Mercury.
Esta técnica
consiste en espantar a los mormones utilizando los movimientos y pasos de baile
característicos del ídolo mundial en cuestión. ¿Cómo? ¡Muy fácil! Cuando
escuches y veas a los mormones golpeando la reja de tu casa incansablemente con
una piedra, sus propias llaves o una gruesa moneda de cien pesos, prende la
radio y pon cualquier tema movido de Michael Jackson al máximo de su volumen
(recomiendo enormemente Beat it por
su ritmo y melodía). Luego despréndete de toda la ropa que lleves puesta (exceptuando
tus calzoncillos) y comienza a abrir las cortinas y ventanas de toda la casa al
son de la música, sin dejar de cantar a todo pulmón y menear tu cintura como lo
hacía el difunto Rey del Pop. Los mormones encontrarán esto una afrenta a sus
religiosas costumbres y no tardarán en darse cuenta que sus ideas no serán
bienvenidas en tu hogar. Con toda probabilidad, la pareja de mormones que haya
visto todo tu desempeño artístico no volverá jamás, a menos que sea reemplazada
por otra al cabo de un tiempo; si sucede así, ejecuta nuevamente el
procedimiento en cuestión.
(*) Como bien
dije anteriormente, esta técnica también es conocida usualmente con otro
nombre: Creerse Freddy Mercury. Si
bien el artista mundialmente conocido al que refiere su nombre es otro, el
procedimiento en cuestión sigue siendo exactamente el mismo: sólo debes ponerle
play a algún éxito de Queen, por
supuesto, y desenvolverte tan bien como lo hacía el por desgracia ya fallecido
hombre de los mil registros vocales. Para esto, se deben considerar mejor
apropiadas las canciones tales como I
want to break free o Under pressure.
Su buena ejecución tendrá el mismo y satisfactorio resultado que el
procedimiento detallado previamente.
2) Demostrar actitud violenta.
Las actitudes
violentas suelen espantar enormemente a los mormones. Por supuesto, esta
actitud no tiene por qué ir dirigida contra ellos: la pareja de mormones
simplemente tiene que ser espectadora de tu desplante verbal, no atacados por
él. Para esto, se puede implementar en casa un práctico sistema de defensa
basado en feroces y falsas disputas verbales, donde simultáneamente una persona
(o más a la vez) es la víctima y otra
el victimario; claramente, los
habitantes de la casa pueden ir rotando sus roles por turnos para no hacer de
esto algo tan desgastante y rutinario. Los pasos a seguir son los siguientes:
-Comenzar con
una discusión en voz alta en el vestíbulo de la casa. Se sugiere tratar el tema
de la infidelidad o el malgasto innecesario de dinero en la familia como
causantes de la disputa.
-Lanzar gritos
de ira (por parte del victimario) y de dolor (por parte de la o las víctimas)
cada cierto tiempo. El uso de estos debe ser proporcional a las caras de horror
que van poniendo los mormones desde el otro lado de la reja.
-En caso de que
la pareja en cuestión haya resistido a la estruendosa pronunciación de los
diversos improperios por parte de ambos, se debe recurrir al último y más
eficaz paso: empezar a destrozar ruidosamente cosas dentro del hogar. Apenas se
escuche cualquier objeto quebrarse con violencia, los mormones no tardarán en
darse cuenta que probablemente se meterían en un gran problema si consiguen
traspasar la puerta que los separa de la violenta familia a la cual deseaban
visitar. (Obviamente, los artículos destruidos deben ser cosas indeseadas por
los componentes del hogar, como por ejemplo: fotos familiares enmarcadas en que
más de alguno salga mal, horribles adornos regalados por otras personas y que
se vieron forzados a ser expuestos a las visitas para no dañar sus más
profundos sentimientos, etcétera).
(*) Esta técnica no deja de ser bastante efectiva
si vives solo o no tienes a nadie al lado que pueda desempeñar el otro papel
restante de la violenta conversación. Si éste es tu caso, puedes seguir las
mismas instrucciones brindadas anteriormente; sólo que tanto el rol de victimario como el de victima debe ser ejecutado por ti al
mismo tiempo. Evidentemente, esto requiere de una habilidad bipolar muy
avanzada; no obstante, una buena ejercitación llevará a que tu soliloquio sea
tan efectivo como con la ayuda de otra persona. (Se recomienda comenzar el
entrenamiento con el análisis detallado de la escena de Mi pobre angelito en que el protagonista hace que la grabación de
una película entable una falsa conversación con uno de los criminales que
intenta penetrar su casa para matarlo).
3) Cultos satánicos.
Esta técnica
requiere de más esfuerzo y una inversión monetaria mucho mayor que las dos
anteriores; sin embargo, es la más eficiente de todas. Consiste,
sustancialmente, en hacerle creer a los demás que tu casa es un antro donde
muchas personas realizan cultos satánicos de grueso calibre.
Para esto, se
debe decorar el hogar con distintos y peculiares objetos decorativos, tales
como: calaveras humanas (reales, en lo posible), pequeñas pilas de piedras
dispuestas en formas rúnicas, rayados en la fachada que nieguen a Dios o que
atenten contra la Iglesia en sí, excrementos esparcidos por las ventanas
segadas con gruesos tablones, condones usados arrojados al antejardín para dar
a entender que hace poco ahí se celebró una orgía, una pira de fuego para los
sacrificios humanos con aspecto de haber sido utilizado recientemente y un
altar ornamentado a gusto (lleno de hediondas velas derretidas, o de desvaídas
fotos de niños y ancianos desaparecidos).
Para que lo
anterior se vea reforzado enormemente, cada miembro de la casa debe tener a
mano: una capa con caperuza de color negro, un látigo o algo que su uso para
auto infligirse daño sea de conocimiento público, el pelo cortado al rape y una
enmarañada y prominente barba falsa que luzca lo más real posible. Entonces, al
momento en que los mormones decidan llamar a la familia a pesar de toda la
satánica ornamentación dispuesta en el exterior de la casa, todos los miembros
de ésta deben vestirse lo más rápido que puedan y salir a preguntar qué es lo
que desean (el uso de los látigos contra la espalda en esta fase de la
operación puede ser fundamental). Si los mormones siguen de pie ahí, dispuestos
a dar la pelea ante la secta que tienen frente a sus ojos, la familia debe
concertar una reunión con ellos para el día siguiente, explicando que por
desgracia en ese momento se encuentran ocupados en algo que llaman escuetamente
desollamiento humano. Los mormones,
por supuesto, no tardarán en huir despavoridos del lugar.
Es muy probable
que otro par de mormones decida volver a intentar hacer ingreso a la casa. Es
por eso que la familia debe estar siempre preparada para cualquier
eventualidad.
Cabe destacar,
como detalle, que esta técnica sirve también para espantar tanto familiares
indeseados como vecinos entrometidos.
(*) Por lo
general, este procedimiento da mejores resultados cuando una persona vive sola
en su casa, o el nombre del jefe del hogar en cuestión es Antares.