Hice
como si no me doliera,
y
seguí con la vida
como
si nada.
Me
detuve en la cocina
y
sentí la amargura en el
sabor
azucarado del té
con
leche.
La
casa crujía, resoplando,
y
el suelo pedía la clemencia
de
los años acumulados.
Intenté
alegrar la tarde
encendiendo
la radio,
pero
todas las canciones me recordaron a ti.
Entonces
sentí que algo
se
quebró adentro
y
no pude dejar de llorar,
haciendo
como si nada de esto me doliera.