Gastaría todas mis monedas
para hablar contigo, no importa que sólo escuche susurros o resuellos cansinos,
respuestas improbables o un mensaje de rabia telepática; no me importa, aún si
quedo con mis bolsillos vacíos. Lo haría aunque fuera lo único que me quitara
la sangre mortal de las venas, la médula que todo lo sostiene o mis más
sentidas uñas, con mis más queridos parásitos; lo haría aunque perdiera mis
dientes en ello, uno por uno, raíz a raíz, estertor a estertor. Y es que te lo
digo en serio: por ti gastaría todas las monedas del bolsillo, aunque sólo
escuche kilómetros de distancia, un protocolo y una sonrisa rutinaria para los
bienaventurados; las gastaría todas, aunque tenga que volver a pie a casa y no
me alimente por todo el día de mañana. Por una palabra tuya, corazón mío, daría
todo el dinero que den mis manos, aunque sea un susurro, un resuello cansino,
una respuesta improbable, o un mensaje de rabia telepática.