−Ah,
mierda, odio los Beatles –dije todo podrido cuando alguien puso “Ob-La-Di, Ob-La-Da” en la rocola del pub
en el que bebía solo.
−¿También odias a los Beatles? –me
preguntó una chica a mi lado, dando un fuerte respingo; también bebía sola, era
bajita, de pelo ondulado y bonitos rasgos caucásicos. Parecía muy sorprendida.
−Eh, sí; ¿por qué?
−¡Porque yo también los odio! –me respondió
con los ojos brillosos.
−¡¿En serio?!
−¡Sí, en serio!
¿Podía ser verdad lo que estaba sucediendo?;
¡alguien más odiaba a los Beatles como yo!
Entonces le dije, emocionado:
−¿Quieres ser mi novia?
Ella me respondió sonriendo:
−Por supuesto, tontito.
Y nos besamos y salimos
inmediatamente de ahí, dejando atrás nuestras cervezas sobre la barra y ese
estúpido coro que no paraba de decir: ob-la-di,
ob-la-da, life goes on brah, y toda esa mierda que sigue después.