Aburrido de las mascotas
convencionales, Ernesto decidió capturar una pulga para convertirla en su mejor
amiga. No demoró mucho en dar con una en su cuarto y encerrarla en un pequeño
frasco de vidrio, cuya tapa agujereó con un alfiler para que respirara con
normalidad. Así pudo llevarla a todos lados, alimentándola con la sangre de sus
propios dedos según el horario estipulado por su veterinario. Compartieron
maratones enteras de Big Bang Theory,
criticaron la modita estúpida de los vampiritos bonitos en su blog y planearon
escribir una novela de terror en conjunto, hombro con hombro. Pero la vida
ocurrió distinta para ambos, a tiempos totalmente desiguales. Entonces Ernesto
volvió a quedar solo, con todos los hermosos planes evaporados.
Sin embargo, luego de secarse las
lágrimas, Ernesto juzgó que probablemente una garrapata fuera una compañera más
duradera y leal. Lo suficiente como para aguantar las seis temporadas de Lost enteras.